Por
Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo
Digital
17
de junio del 2014. Actualizado el 2 de julio del 2020
Este
11 de junio se cumplió un nuevo aniversario de la fundación
de la ciudad de Buenos Aires, 440 años de aquella segunda
llegada de los conquistadores españoles. Esta conmemoración
y recuerdo lo haremos retomando algunas plumas que escribieron sobre
esta ciudad de antes…
Enrique
Larreta afirma en Las dos fundaciones de Buenos Aires: Eso será
en otras partes. Cuanto a los de esta nación, en vez de espantarse
del caballo, nos lo cogen con un aparejo de bolas de piedra que
ellos usan para cazar camellos.
¿Camellos? ¿Qué los hay también aquí?
Yo no los vide, sino de lejos; pero los hay; sólo que son
más menudos y sin joroba, y muy corredores.
Algunas
cosas excepcionales en la expedición de Mendoza fue la presencia
de las mujeres, si bien esto no era permitido, muchas de las que
arribaron a estas tierras lo hicieron disfrazadas de hombres.
Nuevamente
Larreta afirma: En la expedición de Mendoza, como gran
excepción, vinieron muchas mujeres. Estaba prohibido. Algunas
se embarcaron con disfraz y conservaron siempre el traje varonil.
En
los momentos duros llevaban daga y estoque.
En una carta de Isabel de Guevara que escribe a la princesa Juana,
gobernadora de España, en ausencia de su hermano Enrique
II, le describe la hambruna que sufren en el puerto de Santa María
de Buenos Aires.
No
nos quedaban ni ratas ni ratones ni culebras ni sabandija alguna
que nos remediara en nuestra gran necesidad e inaudita mísera.
Llegamos a comernos los zapatos y cueros todos, afirma Thon Pietro
de Montosa en el cuento de los ahorcados.
Siguiendo
con la carta de Isabel se dicen otras cosas: Estamos a orillas
del Riachuelo: Vinieron los hombres en tanta flaqueza, que todos
los travajos cargaron de los pobres mugeres, así en lavarles
las ropas como en curarles, hacerles de comer lo poco que tenían,
alimpiarlos, hacer sentinela, rondar los fuegos, armas las ballestas,
queando alguna vez los yndios les venían a dar guerra…
dar arma por el campo a bozes, sargenteando y poniendo en orden
los soldados; porque en este tiempo, como las mugeres nos sustentamos
con poca comida, no havíamos caydo en tanta flaqueza como
los hombres.
Más
adelante escribe:
Pasada esta tan peligrosa tubonada, determinaron subir el rrio
arriba, así flacos como estavan, y en entrada de ynvierno,
en dos bergantines, los cpocos que quedaban vivos; las fatigadas
mugeres los curvan y los miravan y les gusavan la comida, trayando
la leña a cuestas de fuera del navío y animándolos
con palabras varoniles que no se dejasen morir, que pronto darían
en tierra de comida, metiéndolos a cuestas en los bergantines
con tanto amor como si fueran sus propios hijos, y como llegamos
a una generación de yndios que se llamaban timbues, señores
de mucho pescado, de nuevo, le servíamos en buscarles diversos
modos de guisarlo por que no les diese en rostro. *
*
Las partes de la carta están textuales, su ortografía
es de la época.
SEGUNDA
FUNDACIÓN DE BUENOS AIRES
Será otro Conquistador español, Juan de Garay (1528-1583),
a quien en 1542, el adelantado Juan Torres de Vera y Aragón
le encomendó fundar una ciudad para colonizar los territorios
del sur y poblar la costa. Emprendió entonces la marcha hacia
el Río de la Plata y en la actual Plaza de Mayo, el 11 de
junio de 1580, llevó a cabo la segunda fundación de
Buenos Aires.
Juan de Garay la llamó Santísima Trinidad y a su puerto
Santa María de los Buenos Ayres.
FUNDACIÓN
MITICA DE BUENOS AIRES
Jorge
Luís Borges
¿Y
fue por este río de sueñera y de barro
que las proas vinieron a fundarme la patria?
Irían a los tumbos los barquitos pintados
entre los camalotes de la corriente zaina.
Pensando bien la cosa, supondremos que el río
era azulejo entonces como oriundo del cielo
con su estrellita roja para marcar el sitio
en que ayunó Juan Díaz y los indios comieron.
Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaron
por un mar que tenía cinco lunas de anchura
y aún estaba poblado de sirenas y endriagos
y de piedras imanes que enloquecen la brújula.
Prendieron unos ranchos trémulos en la costa,
durmieron extrañados. Dicen que en el Riachuelo,
pero son embelecos fraguados en la Boca.
Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo.
Una manzana entera pero en mitá del campo
expuesta a las auroras y lluvias y suestadas.
La manzana pareja que persiste en mi barrio:
Guatemala, Serrano, Paraguay y Gurruchaga.
Un almacén rosado como revés de naipe
brilló y en la trastienda conversaron un truco;
el almacén rosado floreció en un compadre,
ya patrón de la esquina, ya resentido y duro.
El primer organito salvaba el horizonte
con su achacoso porte, su habanera y su gringo.
El corralón seguro ya opinaba Yrigoyen,
algún piano mandaba tangos de Saborido.
Una cigarrería sahumó como una rosa
el desierto. La tarde se había ahondado en ayeres,
los hombres compartieron un pasado ilusorio.
Sólo faltó una cosa: la vereda de enfrente.
A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires:
La juzgo tan eterna como el agua y como el aire.
TANGOS
SUR
LETRA DE HOMERO MANZI / MÚSICA DE ANÍBAL TROILO
1948
San Juan y Boedo antiguas y todo el cielo,
Pompeya y más allá la inundación,
tu melena de novia en el recuerdo
y tu nombre flotando en el adiós…
La esquina del herrero, barro y pampa,
tu casa, tu vereda y el zanjón
y un perfume de yuyos y de alfalfa
que me llena de nuevo elcorazón.
Sur…
paredón y después…
Sur… una luz de almacén…
Ya
nunca me verás como me vieras,
recostado en la vidriera
esperándote.
Ya nunca alumbrará con las estrellas
nuestra marcha sin querellas
por las noches de Pompeya.
Las calles y las lunas suburbanas
y mi amor en tu ventana
todo ha muerto, ya lo sé…
San
Juan y Boedo antiguas, cielo perdido,
Pompeya y, al llegar al terraplén,
tus veinte años temblando de cariño
bajo el beso que entonces te robé.
Nostalgia de las cosas que han pasado,
arena que la vida se llevó,
pesadumbre de barrios que han cambiado
y amargura del sueño que murió.